Vivimos una época de imágenes sin tregua. Las pantallas, los feeds, los portafolios digitales, las campañas visuales y los algoritmos nos invitan —o más bien nos empujan— a crear, publicar y visibilizar sin descanso. En medio de esta sobreexposición estética, la fotografía parece estar perdiendo algo vital: su capacidad de pausa, de misterio, de espera.
Este texto es una invitación a mirar hacia el otro lado. A detenernos. A pensar, desde la creación fotográfica, cómo estamos siendo moldeados por lo que el filósofo Byung-Chul Han ha llamado la sociedad del cansancio.
La sociedad del rendimiento: la imagen como productividad
En su libro La sociedad del cansancio (2010), Han describe cómo hemos pasado de una sociedad disciplinaria —basada en prohibiciones externas— a una sociedad de rendimiento, donde nos autoexigimos hasta el límite. Ya no hay necesidad de un amo: cada quien se convierte en su propio verdugo.
El artista visual, el fotógrafo, el creador de contenido… todos caemos fácilmente en esta lógica. Si no publicas, no existes. Si no produces, eres irrelevante. Si no estás constantemente mostrando tu trabajo, “el algoritmo te castiga”.
La fotografía se transforma así en una máquina de visibilidad, más que en un acto de contemplación o resistencia. Se le exige ser útil, generar engagement, likes, ventas o prestigio.

Iluminance, Rinko Kawauchi
¿Qué sucede con la mirada en este contexto?
En lugar de observar, analizamos métricas. En vez de construir una voz propia, seguimos tendencias. Y peor aún: nos agotamos creativamente, sin darnos cuenta de que estamos dentro de un sistema que convierte toda expresión en productividad.
Han lo explica así:
“El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo creyendo que se está realizando. […] El exceso de positividad genera enfermedades neuronales como la depresión o el síndrome de burnout.”
¿Qué espacio queda para una imagen sin función inmediata? ¿Una imagen que no sea bella, viral ni vendible? ¿Una fotografía que simplemente exista por sí misma?
El derecho a la imagen inútil
Frente al mandato de producir sin parar, propongo reivindicar un tipo de imagen que suele ser despreciada:
la imagen inútil, lenta, incompleta o incluso aburrida.
Esta no es una imagen fracasada. Al contrario: es una imagen que resiste al mandato de la eficiencia visual, una imagen que se atreve a decir no.

Sophie Calle
Fotografiar el silencio
En mi experiencia como profesor y fotógrafo, cada vez noto más cómo el cansancio visual se cuela en los proyectos de mis alumnos. No es falta de talento: es saturación, ansiedad, prisa por demostrar. Por eso, últimamente propongo prácticas que van en dirección contraria:
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Caminar sin cámara durante una hora. Solo observar.
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Hacer una sola fotografía al día, sin retoque.
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Crear una imagen que nunca será compartida.
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Construir una serie sobre el aburrimiento, la lentitud, la pausa.
Estas propuestas no son ejercicios terapéuticos —aunque tengan ese efecto—. Son gestos políticos y estéticos. En un mundo que exige velocidad, detenerse es radical. Hacer menos, con más conciencia, es una forma de protesta visual.
Contemplar no es rendirse
No se trata de romantizar el no-hacer, ni de idealizar la desconexión. Se trata de recuperar una ética del ritmo, de cuestionar la relación entre imagen y capital, entre arte y algoritmo.
La fotografía, en su mejor versión, no es espectáculo. Es misterio.
No es viralidad. Es tiempo detenido.
No es solo lo que se ve. Es lo que deja ver.
Quizás necesitamos volver a pensar la imagen como una forma de meditación activa. Como una pausa que nos conecta, no con el afuera, sino con lo profundo. No con la productividad, sino con el sentido.

Vivian Maier
¿Qué pasaría si empezamos a fotografiar como quien respira?
- Pausadamente.
- Sin necesidad de demostrar nada.
- Con la libertad de fallar.
- Con la posibilidad de no compartir.
- Con la confianza de que el ojo también se cansa, y tiene derecho a cerrarse.
La fotografía no tiene por qué ser una carrera contra el tiempo ni una prueba de eficiencia creativa. Puede ser, también, un espacio para habitar el silencio, el vacío, la lentitud. En una cultura del exceso, fotografiar menos —pero con más presencia— es quizás una de las formas más poéticas de resistencia.
¿Y tú, cómo resistes visualmente al cansancio?
Bibliografía recomendada
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Byung-Chul Han – La sociedad del cansancio
Análisis filosófico breve pero potente sobre la hiperproductividad y sus efectos psíquicos.
-
Susan Sontag – Sobre la fotografía
Clásico imprescindible para pensar el acto fotográfico más allá de lo técnico.
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John Berger – Modos de ver
Una crítica lúcida sobre cómo vemos y somos condicionados a ver.
-
Carl Honoré – Elogio de la lentitud
Un llamado a desacelerar no solo nuestras rutinas, sino también nuestra creatividad.
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José Luis Brea – La era postmedia
Para entender el lugar de las imágenes en el entorno digital contemporáneo.